La sombra es igual para todos

María Alfonso Rodríguez

Cuando Kevin llegó a las vidas de Germán y Diego, una nueva ilusión nació y el significado del amor cobró aún más sentido. Unos años más tarde, el amor volvía a ser protagonista con la llegada del pequeño Seidou. La familia aumentó demostrando al mundo que no importan ni el color de la piel, ni el lugar de nacimiento, ni las complicaciones existentes en el proceso de una adopción porque, como Germán definía en esta entrevista: “tú no los adoptas, te adoptan ellos a ti” y cuando el amor es el fin, todo merece la pena.

Hace un año Seidou llegaba solo a la costa de Gran Canaria en un cayuco. Su madre y su hermano mayor se quedaron en el camino y a día de hoy se desconoce qué ocurrió exactamente en aquella embarcación. Lo que sí sabemos es que si de por sí perder a un familiar resulta traumático, para un menor que no comprende los motivos de la marcha de su hogar y la llegada a un lugar nuevo con una lengua y cotidianidades distintas no es nada fácil. Sin embargo, Seidou con cinco años es un niño muy valiente que actualmente está aprendiendo castellano e integrándose poco a poco en nuestra sociedad.

El proceso de adopción no resulta sencillo en ningún caso y, cuando hablamos de una familia homoparental, los prejuicios sociales parecen incidir en hacerlo más complejo. Germán y Diego eran conscientes de ello y lucharon para que sus hijos, Kevin y Seidou, pudiesen permanecer con ellos y ofrecerles el amor y felicidad que todo niño merece. La pareja se prestó a hablar abiertamente sobre la aceptación o el rechazo existente hacia las personas migrantes con la experiencia de un caso tan delicado como lo es un menor migrante no acompañado.


Los centros de acogida para menores son el primer lugar en el que los menores migrantes no acompañados son “arropados” a su llegada. La experiencia de Germán y Diego concibe la presencia de muchas personas comprometidas, pero una gran mayoría forman parte de un negocio que centra sus preocupaciones en el dinero y no en el cuidado de los niños. “Los centros de menores son un negocio” reconoció Diego. “Reciben mucho dinero, creemos todos que son como ONGs, pero todos tienen subvenciones...”, apoyaba Germán el planteamiento de su pareja.

Sin embargo, una vez en un hogar, con una familia de acogida donde el cariño y el cuidado predominan, la situación es muy distinta. También lo es en los colegios, al menos en la experiencia con Seidou. El pequeño es tratado como un niño más sabiendo que siempre hay alguna persona que tiene algo que decir: “Somos conscientes de que Seidou tiene su mochila, pero lo importante es que se adapte a un mundo nuevo en el que le ha tocado vivir. Aprender a leer, contar y demás ya vendrá” prioriza Germán. Algunos centros escolares realizan charlas enriquecedoras que muestran realidades como la de Seidou y exponen información e historias sobre adopciones, procedimientos, charlas LGTBI... Todo dirigido a los niños con el fin de que crezcan con una mentalidad tolerante.

Las sociedades avanzan y a muchos nos gustaría pensar que cada día vivimos más cerca de un mundo que comprende la igualdad y no realiza diferencias racistas. Aún existe una peligrosa línea entre la aceptación y la hipocresía, “la gente se cree muy solidaria con los migrantes, pero luego nos creemos con el derecho de ́como yo nací aquí, esta tierra es mía y a ti no te pertenece ́, como si la tierra perteneciera a uno”, explicó Germán y continuó con un polémico ejemplo: “Pero eso sí, para el fútbol... No queremos a los moros y a los negros, pero luego ficha el Real Madrid a un moro por no sé cuántos millones de euros”: Germán y Diego reconocen que las dificultades en el camino son infinitas, pero el fin merece la pena y ampliar la familia de esta manera es una experiencia bonita y única. “Todo el día te están dando besos, te dan montón de amor, tienen mucho para darte” contó Diego con ilusión. Al final, por encima de la burocracia y los entorpecimientos del proceso, todo el amor es un premio indescriptible:

 “Lo más bonito de todo es el niño en sí. Creemos todos que nosotros le damos a esos niños mucho por acogerlos y al final lo que recibes a cambio es mucho más grande que eso”, finaliza Germán.

Historias así hacen que podamos confiar en un mundo tolerante y capaz de ver más allá de diferencias raciales. Al final, el sol deja la huella de cada ser humano con una misma sombra que no distingue colores, lo único que nos hace diferentes son la empatía y el amor que somos capaces de ofrecer.
María Alfonso Rodríguez
Journalist


Estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Fernando Pessoa Canarias. Actualmente colaboro con Radio Las Palmas en el programa “Café de tarde” hablando de viajes mientras continúo formándome en la universidad. Tengo mucho interés por la rama cultural, viajera y social. Me encanta escuchar a la gente y poder dar vida a sus historias plasmándolas en papel. Dar voz a la cotidianidad de las personas es la fuerza para luchar por un mejor mañana.